El Grupo ha continuado sus trabajos sobre un impuesto para financiar el desarrollo (no un impuesto de regulación, del tipo de la tasa Tobin ), de bajo importe, basado sobre una actividad mundializada, de modo coordinado a escala internacional y procurando no suscitar distorsiones económicas. Se recordó que numerosos países han implantado tasas sobre las actividades financieras (basadas sobre los balances bancarios) desde 2008, pero cuyo objeto era esencialmente nacional (financiar el presupuesto general o fondos de rescate para futuras crisis bancarias) y que, así las cosas, era oportuno debatir sobre una contribución sobre las transacciones financieras para financiar la solidaridad internacional. Los Sres. Denys y Uemura, que han trabajado para el task force creado dentro del Grupo en 2009, intentaron demostrar que un impuesto sobre las transacciones financieras para el desarrollo (OMD y bienes públicos mundiales) debería ser aprobado sobre cinco criterios : recursos suficientes, ausencia de distorsión, viabilidad técnica, estabilidad, predictibilidad. Respecto a estos criterios, un impuesto basado sobre las transacciones de cambio parecía la mejor opción de las cinco estudiadas. David Hilman, en nombre de la ONG “Stamp out poverty”, insistió en la necesidad de evitar fijar como requisito previo su aplicación universal : los impuestos sobre transacciones financieras no tienen nada de excepcional, casi 40 países (Reino Unido incluido, con el “stamp duty”) ya disponen de este tipo de instrumentos fiscales.
Como reacción, varios participantes subrayaron la viabilidad técnica y su interés por este mecanismo. Bélgica subrayó, en conclusión, que la etapa de demostración de la viabilidad técnica ya se ha superado, lo que abre la vía a decisiones en términos de oportunidad política.
Le 15 février 2011