Que si el tren de alta velocidad, que si la seguridad social, que si quesos buenísimos. Hay que reconocer que los europeos nos suelen dejar a los yanquis muy atrás. Y ahora aquí los tenemos otra vez: esta semana está claro que van a tomar medidas innovadoras para hacer pagar por la crisis económica mundial.
El 8 de marzo, el Parlamento Europeo aprobó, por 360 votos a favor y 299 en contra, la propuesta de imponer impuestos sobre las transacciones financieras y gravar ligeramente los intercambios de acciones, derivados, divisas y otros instrumentos financieros. Una propuesta que podría generar, según se calcula, 200 mil millones de dólares al año para los erarios europeos, que se destinarían a la creación de empleo y otras necesidades apremiantes. Al mismo tiempo, desincentivará la especulación arriesgada y a corto plazo que nos ha metido a todos en este lío.
Lo más impresionante es que la propuesta saliera adelante pese a que la mayoría de los eurodiputados son de derechas. Pues sí, todavía quedan sitios en el mundo donde los políticos, tengan las ideas que tengan, pueden ponerse a hablar de modo racional sobre una fiscalidad justa.
La votación tuvo lugar tras más de un año de cabildeo por parte de los sindicatos y las organizaciones de lucha contra la pobreza, de defensa del medio ambiente y de simples ciudadanos. El 17 de febrero, los militantes organizaron en 25 países el Día Mundial de Acción. Este vídeo y este mapa ilustran la magnitud de la campaña: de Nepal a México, en el Sur, y de Canadá a Japón en el Norte. Los activistas alemanes dieron un auténtico golpe publicitario cuando, disfrazados de Robin Hood y de Marina, invadieron el festival de cine de Berlín en blancas limosinas y desfilaron por su propia alfombra roja.
Así que parece que el mensaje tiene eco en Europa, mientras que los activistas estadounidenses no están teniendo mucha suerte. Aunque no se explica mucho en público, se dice que el secretario de Hacienda de este país, Timothy Geithner, descarta siempre el tema en las reuniones del G20. Uno de los papeles de Wikileaks, de 2009, revela que el primer ministro británico, Gordon Brown, se sentía muy frustrado por la oposición de Geithner.
La votación de esta semana indica que muchos de los principales líderes europeos ya no están dispuestos a dejar que el gobierno de Obama les ponga trabas. La resolución de la Eurocámara hace un llamamiento a la UE para que imponga tasas sobre las transacciones, tanto si Estados Unidos y otras economías importantes hacen lo mismo como si no.
Lo bueno es que Estados Unidos no parece intentar obstaculizar a Europa por esta vía. Y no es poca cosa, si tomamos en cuenta que el presidente Obama envió a todas sus embajadas en Europa a numerosos ex directivos financieros (por ejemplo, el ex vicepresidente de Citigroup, Louis Susman, acabó en Londres y el ex ejecutivo de Goldman Sachs, Philip D. Murphy, en Berlín) y que en Wall Street estarían encantados de que el gobierno les ayude a evitar lo que para ellos sentaría un precedente desolador.
La campaña europea de promoción de la tasa sobre las transacciones financieras, sin embargo, todavía no ha acabado, ni mucho menos. El Parlamento Europeo tiene influencia porque se compone de diputados elegidos directamente, pero lo que no tiene es autoridad en cuestiones fiscales. Los gobiernos nacionales serán los que tomen la decisión final y, aunque los pesos pesados de Alemania y Francia están totalmente a favor, quedan reductos, concretamente Italia y el Reino Unido. La Comisión Europea, que son los funcionarios de la Unión Europea, todavía no está convencida.
No obstante, según Owen Tudor, director de relaciones internacionales en la confederación de sindicatos británica, la votación en la Eurocámara desatascó la situación. Uno de los principales obstáculos, según Tudor, es que los líderes mundiales no dejaban de pasarse el balón de uno al otro, esperando que alguien se atreviese a disparar a la portería, o que fuese otro el que dijese públicamente que estaba de acuerdo. Dejemos de lado que no se comportan realmente como “líderes”. Casi siempre se actúa así solamente como excusa para no actuar, precisamente, y eso es lo que permite que el sector financiero se salga con la suya mientras los servicios públicos están siendo desmantelados, los pobres son cada vez más pobres y el planeta se recalienta.
Casi 20 años después de que los europeos se pusieran las pilas y sacaran adelante los trenes de alta velocidad, los americanos siguen padeciendo ferrocarriles anticuados y atascos interminables en las carreteras. El gobierno de Obama ha anunciado recientemente un plan de expansión de las inversiones en el tren de alta velocidad. También va siendo ya hora de que se suban al tren de la campaña internacional para gravar la especulación, en parte para poder pagarse cosas como, por ejemplo, infraestructuras de transporte. O si no, otra vez nos vamos a quedar en el carril lento durante muchos años más.
Sarah Anderson
Directora de proyectos de economía global, IPS
Huffington Post
El 15 de marzo de 2011